No hay mejor obra para desmentir que el anime es solo dibujitos para niños que esta. Una película escrita por Isao Takahata y producida por Studio Ghibli, nos cuenta las memorias de Seita, un japones sobreviviente de la segunda guerra mundial que carga con la culpabilidad de no poder haber salvado a su hermana Setsuko.
Una obra que no duda en mostrarnos los duros estragos de la guerra, imágenes crudas donde vemos como las personas no sólo pierden sus casas por los incendios y bombardeos, sino las tomas sin censuras del dolor de tener que ir a los hospitales para reconocer a los familiares, algunos irreconocibles por las quemaduras, algunos casi muertos por las graves heridas.
Mientras que acompañamos a Seita en su viaje, se nos muestra cómo un niño de 14 años tiene que madurar prontamente y hacerse cargo de su hermana luego de quedar huérfanos, en una escena bastante cruda y que no busca censurar vemos como Seita reconoce el cuerpo de su madre lleno de gusanos por toda su carne quemada y podrida por estar envuelta en una sábana durante días a la esperar de poder ser atendida ante tanta cantidad de heridos producto del último bombardeo en la zona donde vivían.

Seita no menciona la muerte de su madre a la pequeña Setsuko y van a vivir donde una tía, quién demuestra tan poca empatía ante el dolor de los niños por su pérdida e incertidumbre por el futuro venidero post guerra. Ante todo lo que sucede dentro del hogar de la tía y que igualmente padecen de hambre por comer las sobras que ella les da; Seita se siente en la obligación de cuidar de su hermana, experimenta una brusca madurez que le roba la oportunidad de desarrollar una infancia convencional.
Luego de muchos tropiezos y búsqueda de diferentes refugios dónde vivir, han logrado acomodarse en una cueva, aun así, esto no es salubre, Setsuko se enferma por desnutrición y falta de higiene, Seita es golpeado en diferentes ocasiones por adultos por intentar robar comida como una medida desesperada, adultos que no le brindan ni comprensión ni ayuda ante su situación, solo recibe reproches y un sermón de lo que está mal.

Seita solía dejar en múltiples ocasiones a Setsuko sola, parte de su nuevo rol como “adulto” y responsable de su hermana era traer el pan de cada día su casa, la pequeña tan carente de conocimientos de supervivencia estando en una edad de curiosidad y aprendizaje sobre el mundo y sus peligros que nadie tenía tiempo para mostrarle, Setsuko dentro de la inocencia de un niño estando muy hambrienta, comienza a comer bolas de barro, que simulaban ser caramelos que su hermano le daba cuando comenzaba a llorar.
Para cuando Seita se da cuenta de lo que pasa porque su hermana menor le ofrece de dichos “caramelos” es muy tarde y ella muere.
Vemos otra escena dolorosa donde Seita prepara todo para enterrar los restos de su pequeña hermana lleno de frustración y culpa para dejar por siempre aquella montaña que fue su “hogar” durante un tiempo, para luego ser encontrado casi muerto en las vías del tren.
La tumba de las luciérnagas nos deja ver cómo las personas han tenido que abandonar todo lo que tenían por las consecuencias de la guerra, su casa, su hogar, su familia. Están en una situación de incertidumbre en la búsqueda constante de comida para poder alimentar a su familia. E inclusive han comenzado a abandonar el sentimiento de empatía y humanidad para con otros. Algunos otros han sido perjudicados de una peor manera, buscando los cuerpos de sus familiares en los hospitales, unos sin éxito y otros con la terrible noticia de que no volverán a verlos nunca más.

En el caso de Seita, como debió haber muchos más, vemos unos niños pequeños que se ven expuestos a enfrentar la vida adulta sin recursos, sin conocimiento y sin ayuda, la falta de empatía del alrededor de Seita tuvo gran parte que ver en el desenlace.
Este filme es casi imposible que no logre tocar tu corazón, a través de una animación que sabe cómo jugar con los colores y escenarios para llegar a tu parte más emocional, podemos ver desde una ventana directa cómo es perder todo por una guerra que ni siquiera es tu culpa y no puedes hacer nada para detenerla.

La tumba de las luciérnagas.
¡Gracias por leer!